María Inés Pagés
Licenciada en Historia de las Artes - UBA
....la obra de arte es juego, esto es que su verdadero ser no se puede separar de su representación y que es en ésta donde emerge la unidad y mismidad de una construcción.
Hans-Georg Gadamer, Verdad y Método, 1975.
María Silvia Corcuera presenta su muestra CIUDADES, en la que exhibe collages y objetos de madera que determinan una etapa diferente en su trayectoria artística.
El tema en su obra resultó siempre un pretexto para la praxis lúdica y el desarrollo de una idea germinal con múltiples variaciones. Experimentó con las más diversas técnicas y materiales logrando una imagen identificatoria de su propio estilo. Oscilante entre la figuración y la no figuración, tuvo momentos muy diferenciados, con obras que actuaron como bisagra entre una y otra etapa. Sus representaciones venían signadas por la línea curva, con reminiscencias de formas embrionarias de desarrollo orgánico e intrínseca riqueza. Al incursionar en sus búsquedas-tentativas en el diseño de broches alhajas, descubrió la atracción calma de la recta y sus posibilidades. Estos bocetos le reportaron la semejanza a construcciones edilicias, instándola en lo interno selectivo al tema de la ciudad.
En los collages, expuestos cronológicamente, el primero es una visión de la ciudad desde el río, suerte de homenaje inconsciente a los primeros navegantes que llegaron a estas tierras e ilustraron, en sus cuadernos de viaje, la ciudad de Buenos Aires. La obra consta de dos planos diferenciados. El primero corresponde al corte longitudinal del río. Pintado en acuarela, manifiesta un decorativismo que desaparecerá en las siguientes obras. En el segundo plano se organizan intercalados los edificios de la ciudad. En este collage de papeles, maderas y cartón, la actividad lúdica característica queda manifiesta en la alegre reunión de resabios de otras épocas. Se conjugan el azul de las primeras obras, el toque diluído en los pequeños planos, el modo estriado de las pinturas de sus juguetes, y como mimetizados en el conglomerado de edificios, surgen algunos dientes del peinetón, protagonista clave de una elaborada etapa anterior. La imagen de otra obra exhibe su duplicidad irónica. Aparentando ser un barco, dos ciudades superpuestas se funden con un resto de peinetón esquematizado. La franja negra inferior es un fragmento rebatido de una ciudad vista desde arriba, en vuelo. Sobre esa tabla base se adosan figuras geométricas algo irregulares. La combinación significativa corresponde a ciudades simbolizadas, en donde lo genérico, ciudad-globalizada, se une a lo individualizado, ciudad Buenos Aires, identificada con el peinetón virreinal.
En obras siguientes rigen los mismos principios, hasta llegar en forma gradual a la simplificación de la imagen, a la severidad de la estructura. El remate se da en un punto álgido de abstracción total, en donde la presencia se torna cada vez más ausencia. Los títulos de los collages empiezan a perder significación. Las obras contienen más formas plásticas que imágenes narrativas de modelos. Del peinetón originario se desmembraron su coronamiento y sus dientes. Éstos, ahora, emergen o se hincan en las ciudades cual toma de posesión. Aquél, en su independencia, adquirió una forma geométrica que a veces crece y se muestra amenazante, y en otras ocasiones, desarticulado en porciones, asume el rol de la rueda, como queriendo movilizar el estatismo de la ciudad.
En los objetos, las reglas de la composición son similares a las de los collages. Son construcciones en madera que conforman ensamblajes verdaderamente esculturales, de apariencia rigurosa, en donde también abandona el acento alegre. En unos, elementos abigarrados, elementales, geométricos, presididos por la medialuna, se van encajando en una suerte de friso; pero a pesar de la imagen lograda, la estructura formal no exhibe una especulación ligada a la geometría. Surge nuevamente la idea de dualidad en la imagen bifrontal, diferente en anverso y reverso. En otros, combina peinetón invertido con elementos de ciudad en un segundo plano, logrando extrañas formas que remiten a lo arcaico. Finalmente, en las maderas, lo lúdico se reitera impregnando la unión inesperada de objetos incompatibles en una transformación sorprendente.